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DESCONCERTANTE ACTIVIDAD OVNI EN CACHI,
SALTA Daniel López
INFORME
OFICIAL DE LA POLICIA DE CACHI
Como adelantáramos
en el número anterior de Gaceta Ovni, las gestiones para conseguir
el informe de los srs. Flores y Corimayo, tuvieron respuesta
afirmativa. No contamos con autorización para exponerlo con los
detalles administrativos, ni los nombres de las autoridades
intervinientes, pero podemos referirnos a él someramente para confirmar el
interés de la fuerza por el acontecimiento. El texto describe la
vivencia de los policías siguiendo el relato original con precisión y
establece que los pasajeros civiles eran menores de edad, razón por la que
no es posible consignar públicamente sus nombres pues se dirigían
(comisionados los policías) al Juzgado de Menores de la Ciudad de
Salta. La hora de inicio del suceso Ovni está fijada a las 04:30 del
día 9 de Mayo del 2001 y su locación en la Ruta Provincial N°
33. También especifica que es el Paraje Guanaquito, más
precisamente la quebrada del mismo nombre, a 100 metros de la ruta donde
descendió el objeto cerrando el paso del móvil policial. Destaca la
aparente falla inexplicable del motor y su posterior
funcionamiento. Luego indica que el objeto llegó hasta la Gruta de
Piedra del Molino donde, al comenzar a descender el móvil policial, el
objeto se desplaza en la misma dirección, pero a una distancia de 500
metros de altura en las inmediaciones del paraje Valle Encantado. Es
importante cuando refleja los dichos de los policías al comentar los
dolores de cabeza y nauseas que padecieron al concluir la
experiencia. Finaliza el informe diciendo textualmente: Cabe hacer
notar que dicha experiencia fue informada en forma verbal en su debido
tiempo a la Unidad Regional N° 6, pero como se tratan fenómenos anormales
en la zona, no fue necesario cursar informe. Posteriormente la misma fue
comentada al Sr. Antonio Zuleta, domiciliado en.....Cachi, quien suele
filmar con frecuencia estos objetos extraños y al mismo expande la
información a los medios periodísticos. Con esto cumplimos en dar a
nuestros lectores la información, en parte por su importancia y el interés
que esto suscita.
Decenas de observaciones de
fenómenos extraños han engrosado un
dilatado historial de vivencias enigmáticas durante los últimos meses en
la zona noroeste de los Valles Calchaquíes. Los
testimonios recorren todo el espectro social, no se detienen
ante clases ni grados de instrucción y cuentan entre sus observadores a
campesinos, comerciantes, policías, políticos, jueces, docentes, niños,
religiosos y turistas. La visión pintoresca de un cúmulo de anécdotas y
creencias campestres se ha transformado en un torrente inusual de
experiencias que llegan a tocar muy en lo profundo la sensibilidad de
muchos de los ocasionales testigos. No hay dudas, algo trascendente e
insólito ocurre en la zona y debe ser visto detenidamente y con amplitud
de criterios para comprender lo que allí ocurre. Durante 17
días, entre el 11 y el 18 de febrero y entre el 14 al 24 de marzo el
Grupo Hemisferios sumó un total 95 personas entrevistadas de las
cuales 76 fueron testigos presenciales y refirieron a un total de 126
casos. 40 de esos testimonios indican eventos ocurridos entre
setiembre de 2001 a marzo del 2002, como señaláramos. De los
126, 17 en total son considerados excepcionales por la calidad de
la experiencia y la cercanía con el fenómeno aludido aunque 54 señalan
sucesos de importante valor a la investigación. En la faz numérica
no es la primera vez que acontece cosa semejante. Hechos similares
tuvieron lugar en Capilla del Monte (Córdoba 1986-1988);
Victoria (Entre Ríos 1991-1993); Roque Pérez (Buenos Aires
1994-1995); Oeste Pampeano (La Pampa 1996-1998). En todos ellos
denuncias y afirmaciones semejantes a la de los Valles superó
holgadamente el número de 700, muchas de las cuales fueron obtenidas
por nuestro Grupo en tarea similar. Pero, como veremos, la calidad de las
vivencias asoman sobre los límites estadísticos para mostrar sus
verdaderas aristas sociológicas, el lazo perenne con la tradición, el
cumplimiento de su propia lógica anudada a un dossier singular que es
capaz de enseñar todas sus posibilidades en un momento de
tiempo. Comenzaremos tratando alternativamente casos de envergadura con
otros más simples para poder compartir con los lectores toda la gama de
sucesos acaecidos en aquella región.
La región del Farol Recapitulamos
sobre esta rareza para prologar los casos. Desde el principio de la
Cuesta del Obispo siguiendo la ruta nacional N°33 nos hallamos en
territorio extraño, en la región de los faroles, como los nativos del
Noroeste llaman a unas rarezas luminosas que circundan al amparo de las
sombras nocturnas para atreverse a deambular muy cerca de automovilistas y
caminantes. La tradición del farol es muy antigua y si bien nadie a
acertado a descifrar su naturaleza auténtica (Farol es homónimo de la
Luz Mala de la pampa), son ingentes las cantidades de paisanos que
refieren a estos objetos luminosos, generalmente pequeños, ágiles, y que
marchan a poca distancia de la carretera. Desde principios de siglo
(por lo menos) se hace referencia a los faroles también bautizados como
"las buenas compañeras" en virtud que las luces suelen
acompañar a los viajeros solitarios por largos kilómetros en territorio
andino. Dice la tradición que el farol es una bolsa de huesos que alumbra
con luz rojiza, aparece a las doce de la noche en quebradas o lugares
cercanos a ruinas de indios. Acostumbra a acompañar a personas que van con
malos pensamientos, ebrios y en lugares solitarios. El farol representa un
alma expresando el deseo de que le recen y le ofrenden oraciones para que
encuentre la paz, en ocasiones es el mal personificado, la muerte, la
magia maligna empleada por hechiceros, tal es así que los más viejos de el
noroeste calchaquí afirman haber visto dentro de la luz una calavera o una
miniatura del esqueleto humano significando su procedencia demoníaca. Solo
en las últimas décadas las rarezas luminosas resultan algo más benévolas o
curiosas, sobre todo para los buscadores de tesoros pues en el punto de
donde salen, se dice que allí hay un tesoro. Los más ancianos
recomiendan no hablar para mantenerlos a distancia. Si uno cumple este
requisito hasta es posible que los faroles iluminen el camino y hagan más
fácil su trayecto, razón por la que recibe este segundo
bautizo. Parecerá insólito pero buena parte de la comunidad local,
incluido fuerzas vivas, policías y religiosos, comentan asiduamente sus
encuentros con esta peculiar luminiscencia hoy mismo y no son pocos los
que prefieren evitar la Recta Tin Tin pasadas las 22 hs. porque
"empieza la hora de los faroles", cosa que se extiende hasta
muy entrada la madrugada. La insistencia y el número increíble de
pobladores que dicen haberlos visto a muy corta distancia, haciendo
improbable la confusión, sugieren que el mito, como tantos otros, tiene un
sesgo tangible que irrumpe en la realidad de esta región como la luna o
las estrellas, y por la dimensión que adquiere en la credibilidad de tanta
gente hasta es probable que cualquier persona, como ocurre, sea testigo de
su aparición. La tradición del farol puede tomarse como la base de
sustento de buena parte de la casuística vallista merced a que muchos de
los objetos aludidos poseen características y dinámica similares a la de
estos variando a veces el tamaño y el modo de interactuar con el
testigo. El reconocido arqueólogo Cristian Vitry, si bien jamás
a visto al fenómeno tiene bien en claro que la referencia popular lo tiene
incorporado a su cultura, a la vida diaria. "La gente lo toma como
parte de su vida, algo natural y arraigao a sus tradiciones. Para ellos es
la LUZ o EL FAROL". Ante la inquietud sobre la forma que
adquiere esa interpretación nos interesó saber si la gente diferenciaba al
fenómeno adjudicándole un comportamiento, una dinámica identificada con el
color de una luz. "Dentro de nuestra sociedad podrían ser los
buscadores de tesoros, ellos saben de la diferenciación de luces porque de
acuerdo al metal o a lo que haya enterrado, la luz tiene tal o cual
coloración. Se que ellos saben diferenciar, o al menos hablan de esa
diferencia vinculada con los tapados o emprendados (tesoros
enterrados)".
¿Cómo interpretar los sucesos de la
región? Es un hecho que las manifestaciones Ovni están ganando un
espacio propio tras eventos como los de Cachi, no obstante estamos
comprobando en toda la provincia y más allá, en los Valles
Calchaquíes, una abrumadora casuística, sustancialmente intensa en la
región norteña pudiendo merecer la misma atención que pusieron los
científicos de Noruega sobre el Valle de Hess (Hessdalen). Vale
la pena referenciar los siguientes acontecimientos al solo efecto de
establecer comparaciones con Cachi. Ubicado a solo 8 kilómetros del
círculo polar ártico, Hessdalen comprende un pequeño valle de pocos
kilómetros de extensión que a principios de los 80 protagonizó
experiencias con fenómenos luminosos frecuentes. Tal magnitud alcanzaron
los hechos que un grupo de científicos de la Universidad de Oslo se
traslado a la zona para identificar el origen de las anomalías.
Emplazados en puntos estratégicos y utilizando equipos sofisticados
entre los que se contaban cámaras de alta sensibilidad, sismógrafos,
espectrógrafos, radares, lasers, etc., lograron observar, fotografiar y
medir apariciones lumínicas que no respondían a un efecto físico
determinado. La naturaleza extraordinaria de la experiencia de Hess obligó
a invertir mucho dinero, meses completos de guardia y un seguimiento que
dura hasta hoy, año 2002, con aparatos ultrasensibles montados en partes
altas y que transmiten toda manifestación luminosa con la intención de
enviar información precisa a los científicos en su proyecto de
identificación en el mismo momento que ocurren. Esas cámaras están
accesibles a internet en tiempo real en... La iniciativa organizada por
Erling Strand y comandada en campo por Leif Havik no fue la
única. Un estudio similar fue llevado a cabo bajo el nombre de Proyecto
Identificación en Piedmont, Missouri iniciado por el profesor de
física Harley Rutledge, de la Southeast Missouri State University
debido a una oleada de avistamientos en Piedmont a comienzos de
1973. El resultado fue un estudio de 7 años y en el que participó
un total de 40 científicos, ingenieros, estudiantes y personas
ajenas a la universidad. El Proyecto Identificación registró 157
avistamientos que involucraron a 178 Ovnis. Rutledje afirmó haber
presenciado 160 objetos sin identificación. Pero algo particular
surgió de este estudio, no solo no logró aportar definiciones sobre la
real naturaleza del fenómeno sino que agregó más enigma. Tal como en
Hessdalen los participantes tuvieron la impresión que no solo estaban
observando a los Ovnis, sino que interactuaban con ellos. Se informó
sobre de objetos que parecían reaccionar al hecho de ser observados o a
que se los iluminara (varios casos así ocurrieron en los valles
calchaquíes). Los misteriosos cuerpos hacían destellar las luces a modo de
respuestas, y hasta se dijo que los supuestos ovnis parecían conocer el
horario de guardia de los observadores. Sugestiva fue la afirmación de
Rutledge al comentar "Hubo algo más que la medición de las propiedades
físicas de los ovnis por parte de observadores desapasionados. Una
relación, un conocimiento se desarrolló entre nosotros y la inteligencia
del ovni. Se jugó un juego". Es así, las particularidades a las que
hacen referencia los testigos del valle no es distinta a las de los
propios científicos al intentar definir la desconcertante naturaleza de
los fenómenos luminosos. Todo este estudio permitió tener un par de
certezas importantes: 1- Los fenómenos luminosos son auténticos.
Hay un cúmulo extraordinario de filmaciones y fotografías auténticas
estudiadas sistemáticamente. 2- Los fenómenos registrados
parecen no responder a ninguna de las hipótesis tratadas y tomadas en
consideración. Esto es: no hay evidencia determinante para concluir que
son efectos geológicos, gases o plasmas. En efecto, los registros no
arrojaron ninguna evidencia lo suficientemente explícita como para
encuadrar a la rareza. Los resultados del Proyecto Piedmont y Hessdalen
suponen un nuevo marco de referencia para los estudios sobre estas
curiosidades ya que representan uno de los enigmas mas calientes de la
actualidad. Tal es así que en 1997 una comisión convocada por la
prestigiosa Fundación Rockfellers reunió a varios de los más notables
científicos mundiales entre los que se contaba Herling Strang, director
del antes citado proyecto, para evaluar el tema y hacer recomendaciones a
la comunidad científica. Se puede resumir ese importante trabajo en una de
sus ultimas recomendaciones "Presten atención a las luces en el
horizonte".
Luces en todo el mundo Está claro
que el facilísimo y el prejuicio suelen desembarazarnos de las
responsabilidades de investigar lo que nos perturba. Este suele ser un
ardid frecuente por el cual preferimos desestimar un suceso extraño antes
de comprenderlo, sobre todo si es al vecino a quien acontece, y comenzamos
a enmarañar la experiencia por las aptitudes personales, las costumbres y
los "vicios" de la gente. Ello no nos pone más cerca de una explicación y
menos el tomar a la ligera a un fenómeno extendidamente extraño que no es
patrimonio de la zona calchaquí únicamente. Las rarezas luminosas también
son citadas en algunas referencias internacionales mucho antes que la
sigla OVNI pretendiera englobar todas sus manifestaciones. Alusiones a
luces que emergen de molinos y que recorren los aires para luego volver a
su punto de partida, por ejemplo, son tan frecuentes en Argentina como en
relatos campestres de Estados Unidos donde se la denomina ¨Will-o-the
wisp¨ (will-o-the wisp of Esperanza, Texas, 1941). El
¨Cherrube¨ ranquel toma el nombre de ¨Mae do fogo¨ en el
Brasil (observadas por Stradelli en el Amazonas). La ¨Luz Mala¨
toma el nombre de ¨Luces Populares¨ en España, Min Min, en
Oceanía, Luz de Mafasca, otra vez en España. Más puntualmente
toman el nombre de Mboi-Tatá en Brasil, en el centro y sur, Bahía,
Mina Gerais, San Pablo. También se la denomina ¨Jean de la Foice¨o
¨Jean Delafosse¨ en Sergipe y Alagoas; ¨Joao Galafuz¨ en
Itamaracá, ¨Batatao¨ en el nordeste. El nombre más popular en
Brasil es ¨boitatᨠo fuego fatuo. Corresponde con el
¨ronda-dos-Lutinos¨ en Francia; o Inlicht o ¨luz
loca¨ en Alemania donde minúsculas bolas corren como antorchas.
¨Mayntzhausen¨ o ¨fuego de los Druidas¨, o ¨fuego de
melena¨, antepasados del fuego de San Telmo que los romanos
identificaban con la presencia de Cástor y Pólux. Encontramos además a
¨Jack with the lantern¨ (Jack con una linterna) de los ingleses que
simboliza a un fantasma que guiaba con una linterna a los viajantes; y el
siniestro ¨Moines des Narais¨con idéntica ocupación. En Chile
tanto el ¨farol¨ como el ¨carbunclo¨ tienen su equivalente
en el ¨Alicanto¨. En el desierto del Gobi se las conoce como
¨fuegos del Diablo¨ semejante a la denominación de ¨diablos
luminosos¨ que se da en Cádiz, España. Los cubanos las nombran como
¨luz de Yara¨, en Petra las conocen como Djinn o
Djenum.
Un problema único El seguimiento del fenómeno en campo y la encuesta
de testimonios aporta datos imprescindibles para cualquier iniciativa
posterior: no solo indica constantes horarias, temporales y espaciales
sino que perfila ese rasgo extraño que resulta la conducta del ovni en su
aparente interacción. No es infrecuente que el testimonio se transforme en
descripción de un ente vivo antes que una rareza física. Este aspecto, tan
proclive a la valoración apresurada de los críticos, es el centro del
debate sobre el origen de la rareza merced a que su dinámica real y
sistemáticamente estudiada implica reconocer que otras fuerzas intervienen
para hacer del encuentro un verdadero juego de inducciones y respuestas, y
es posible que las ideas folklóricas que pincelan a estos objetos como
entes supranaturales no sean producto del pensamiento mágico de una
comunidad sino una fiel descripción de lo observado, impregnada sí por los
efectos de una interpretación que se enraíza en la cultura y se convierte
en patrimonio de una sociedad campesina luego de décadas o siglos de
convivencia. Por este solo hecho las luces se están transformando en el
desvelo de muchos estudiosos en los más altos niveles validando de algún
modo la tradición de los valles sobre el farol o la luz mala pampeana,
especialmente la de sus observadores. Ya no hay tesoros bajo la tierra
donde las luces aparecen, hay un misterio desafiante que da la razón a la
gente. Los invitamos, entonces, a cotejar un resumen de los testimonios
obtenidos.
Estos son
algunos de los testimonios:
Agapita
Chausqui
Silvia
Aguirre
Omar
Gonza
Joaquín
Delgado
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